Eres

Dicen que dicen que en estos tiempos modernos tu valía se mide en función de los idiomas que dominas.

Dicen que si usas esa marca de tampones no habrá dolor de ovarios que te frene, y que corretear por la playa será lo que más te apetezca en el primero de esos días.

Dicen que a sacrificada no te gana nadie. Que eres tozuda e impredecible al mismo tiempo, y que de eso la única culpa la tienen tus hormonas («y al menos en nuestro caso tiene una explicación», piensas tú).

Te contaron que si llevas tacones eres más femenina, que si enseñas la tripa (siempre que sea plana-tirando-a-cóncava) eres más sexi, y que llevar gafas es de ser intelectual. Y tú que te creías que era de ser miope.

Cuenta la leyenda que, por mucho que le sonrías a tu compañera de trabajo, sueñas en silencio con arrancarle los ojos. Y viceversa. Que detrás de cada “no” hay un “sí”. Y viceversa también.

Hay quien piensa que a ti, tan dulce y delicada fémina, decir tacos no te queda bien.

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Pero no.

No, no, no.

Con pancartas de colores, con bombillas fluorescentes, con pompones y altavoz. NO.

Tú no eres esa enclenque paliducha de los anuncios. Eres la enclenque paliducha o la gordita sonrosada que saca 20 euros del cajero mientras piensa en qué va a hacerse de comer, mientras piensa en el trabajo, mientras piensa en ese chico-chica-lo que sea. Eres esa a la que a veces no le apetece depilarse, pero que cree que el mundo eclosionará si no lo hace.

No. A ti los tampones no te sirven de analgésico. Y los analgésicos tampoco mucho. Porque esto es así: no se ha inventado pastilla ni remedio casero que te haga tener ganas de correr en tanga por el borde de la piscina cuando te ha bajado la regla. De lo que tú tienes ganas realmente cuando los calambres te acribillan el bajo vientre es de practicar la castración química al que se atreva a insinuar que detrás de tu mala leche se esconde tu menstruación. Porque sí, las hormonas te perturban, y otras veces lo hace el “él” de turno desquedando contigo en el último momento o considerando que un emoticono es una buena respuesta a una parrafada. AY.

Tú eres esa, la que se nubla y se despeja en un segundo. La que si no hace sol, se lo inventa. La que habla por los codos cuando está nerviosa y la que nunca sabe qué decir cuando hay que decir cosas.

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Eres la que se enamoró tanto que se sorprendió combinando apellidos y poniéndole cara a un bebé imaginario. La que desdibujó con lágrimas rastros ajenos. La que dejó sus labios marcados en rojo en la copa de algún bar en lugar de en su almohada vacía.

Eres la que quiso pegarle y, en cambio, le besó. La que todavía piensa en qué parte de la culpa fue suya. La que abrazó a una persona mientras pensaba en otra. La que se creyó que a la tercera iba la vencida (risas, por favor).

Eres la que se mira al espejo y se ve lo defectuoso en lugar de lo perfecto. Un michelín (o varios), pelo seco, cejas pobres, culo plano. Y sí, tú también te has dado cuenta de que tienes una teta más grande que la otra.

Eres la que cree en Dios o en las canciones de Phoebe Buffay. La que no puede vivir sin su mejor amiga. La que consiguió un final feliz y come perdices junto a un príncipe azul o una rana verde.

Eres la del running, la (asquerosa) levadura de cerveza, las plantillas de silicona para los tacones o el eye-liner verde. Eres la del botiquín en el bolso, o la mejor almohada para tu perro (¡o gato!), o la que en su perfil cuelga vídeos de Izal pero por las noches lo da todo coreando aquello del arroz con habichuelas. Que sí, que sé que tú también te la sabes.

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Eres la de la manicura hortera, tan hortera que te encanta. La de las extensiones y el leopardo. La que se arrepiente de aquel tatuaje, y de aquella historia, más. La del chándal o la de las lentejuelas. La del chaleco de flecos o las Converse. La que no se maquilla ni en las bodas o la que no sabría vivir sin Rimmel. La que lee a Neruda o la que sólo lee los créditos de Hombres, Mujeres y Viceversa.

Eres la que te da la gana ser.

Eres importante. Eres bella. Eres grande.

No eres juzgable.

Eres perfecta.

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9 respuestas a “Eres

  1. «Porque esto es así: no se ha inventado pastilla ni remedio casero que te haga tener ganas de correr en tanga por el borde de la piscina cuando te ha bajado la regla. De lo que tú tienes ganas realmente cuando los calambres te acribillan el bajo vientre es de practicar la castración química al que se atreva a insinuar que detrás de tu mala leche se esconde tu menstruación» POR-FAVOR. CREO QUE ES LA MAYOR VERDAD QUE HE LEÍDO EN TODA MI VIDA. ENTERA. Me encantó esta entrada. Mucho mucho

  2. TÚ si que eres perfecta. Eres valiente, única, cariñosa, leal, sincera, cálida (y arisca cuando la situación lo requiere). Eres el perfecto ejemplo que todo ser humano debería seguir.

    Cada día me siento más orgullosa de ti, y sinceramente, no sé qué haría si no hubieras caído en mi vida a los cinco años.

  3. Que pasada de Post tejetintas!! Aplausos infinitos para esa mente tan maravillosa que tienes que me la juego a que va al son de un gran corazón! Conforme avanzaba el post mi boca iba dibujando una sonrisa que ha acabado por tocar las orejas 😉 En serio y en cachondeo, felicidadeeees 🙂

  4. Lo he leído ya unas siete veces y lo he compartido en mi Facebook, es genial. Soy mami de una niña muy pequeña y no tengo tiempo de sumergirme en un libro y estos relatos me encantan. Te encontré por casualidad y en fin felicidades. Me emocionas. Tengo recuerdos de juventud al leerte. Un abrazo.

    1. ¡Hola Tatiana! Muchas gracias por tomarte un rato para leer y comentar estando tan ocupada con tu pequeña. Me alegro mucho de que te haya gustado el post, espero que te quedes por aquí. 🙂 ¡Un abrazo!

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