Fue justo entonces. Un fogonazo, un disparo. Directo a mi corazón. Casi pude sentir de nuevo el espacio vacío que habías dejado años atrás. Volvía a abrirse, a notarse, a ser. Las brasas avivándose y el fuego brotando sin permiso.
Decidí seguirte. Lo decidí como deciden los pulmones respirar o el corazón latir. Como un río desembocando en el mar o un árbol buscando el sol. Mis pasos se fueron detrás de ti, de aquel nosotros, hasta que decidí perderte. Pude haberte seguido hasta dondequiera que fueras, pero supe parar a tiempo. Pensé en mi primavera y dí media vuelta.
No me viste. Nunca sabrás que no me viste. Que aquel día olvidé el invierno pero también el verano, la primavera y el otoño. Y volvió a ser entonces. Esa época entre estaciones, ese lugar alejado del tiempo en el que sólo éramos tú y yo.