Los lunes al sol

Esta historia empieza con un «Hola guapa».

– Ho-la guaaa-pa…

Nueve de la mañana. Suficientemente tarde como para que haya color en mis mejillas, demasiado pronto como para estar receptiva a piropeadores matutinos.

Mi poker face debe de decirlo todo. Mi atuendo dista mucho de ser provocativo o sexy, mi melena «messy» me delata (no me he peinado) y no, mi percha no es la de Angelina Jolie.

Miro de reojo, lo justo para ver qué espécimen urbano está intentando atraer mi atención con su superoriginal saludo. Lo sospechaba. No es ningún jovenzuelo atractivo, sino un cuarentón aburrido sentado en un banco. Sin duda, la proliferación de machos ibéricos ociosos de 10 a 14 es otro de los infames efectos de la crisis. Es que pobres, por no haber, ya no hay ni obras a las que mirar. La burbuja inmobiliaria es lo que tiene.

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Advierto a duras penas que el sujeto M (de macho, se entiende) me está mirando con mucho menos disimulo que yo a él. Con media sonrisa bobalicona y los ojos encendidos en… vamos a llamarlo «pasión». Digo yo, a lo mejor la vista periférica no me alcanza a verlo bien y el madurito lleva puestas unas Google Glass o algún otro artilugio tecnológico que le permite verme en bolas. O quizá, en su aburrimiento extremo, su imaginación se ha tomado la licencia de convertirme en Elsa Pataki contoneándose y retorciéndose los pezones.

Sopeso las opciones que me quedan en este momento, como si estuviese delante de Carlos Sobera con ceja levantada incluida.

a) Pasa de largo y pon cara de borde-creída, de «contigo no, bicho», de «no te tocaría ni con un palo, escoria salida».

b) Sonríe tímidamente y acelera el paso. No darás pie a nada y quedarás como una señorita educada y maja.

c) Contéstale. «Hola guapo, ¿cómo va la mañana?» Valdría la pena sólo por ver su cara. ¿Cuántas veces le habrá dado resultado esta manera de ligar? ¿Le habrán contestado alguna vez?

Repaso mentalmente las tres alternativas, todo ello en un nanosegundo en el que el sujeto M aún me mira fija y lascivamente. O eso creo yo, aunque lo mismo es que tengo la mirada sucia o que llevo los pitillos demasiado ajustados. Espera, ¿se me ve un trozo de tobillo? Sí, sin duda debe de ser eso.

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Pienso en pedir el comodín del público y llamar a alguna amiga curtida en la materia. «Oye tía, mira, que estoy aquí yendo a trabajar y me dicen ‘Hola guapa’. ¿Tú cómo lo ves? ¿Paso de su cara o me siento a tomar un café con él?».

Me imagino la respuesta. Abortar, Ctrl + Alt + Supr. Y eso hago. La A, elijo la A. Respiro. Probablemente he quedado como una chula altiva y airada y, lo sé, sólo era un saludo. Nada malsonante ni chabacano. Pero, ¿y él? ¿Cómo ha quedado él? Abordando jovencitas a las 9 a.m. con todo el morro que le permite el no tener nada mejor que hacer y el saber, a ciencia cierta, que la interpelada no se va a sentar con él a disfrutar del lunes al sol.

Me doy cuenta, mierda. Me he equivocado. La respuesta correcta era la C (de capu…). La próxima vez (será pronto, a juzgar por los datos del paro y las calenturas veraniegas), lo juro, me sentaré con el sujeto M. A ver qué pasa, oye. Soy una kamikaze, una inconsciente, la clase de loca que devuelve el saludo cuando le dicen «Hola, guapa». A unos el verano les pone a tono, a mí me da por investigar y hacer experimentos sociales.

Así que lo dicho, mañana desenfundaré la minifalda y buscaré una obra, si es que queda alguna. Me peinaré, maquillaré y pondré morritos. 50 euros a que no me mira ni el tato.


6 respuestas a “Los lunes al sol

  1. Me ha gustado la narración detallada de algo tan cotidiano y tan absurdo, eso que hacen los tíos Dios sabrá para que, supuestamente con el instinto orangután que les queda en los genes. Yo espero haber evolucionado, o haber dejado que la timidez me inhiba de esos actos tan sin sentido. Un abrazo y a ver que pasa si sales ‘a matar’. Por cierto, de tu blog ‘soy tu fan’ !! 😉

    1. Me encanta que te haya gustado! a veces las cosas más absurdas y cotidianas son las más inspiradoras. Y, por supuesto, este post sólo es una caricatura y una exageración (a la que tiendo mucho). Por suerte, aún quedan hombres más discretos y menos «orangutanes» .

      Gracias por pasarte! 🙂

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