Platónico

Cuando era pequeña había un niño en mi clase al que yo le gustaba. Nunca me lo dijo, y era tan tímido que tampoco me dí cuenta por mi propio pie. Sin embargo, muchos años después, cada vez que aparecía en mi cabeza o en una conversación, yo pensaba: «vaya, yo le gustaba a ese niño». ¿Alguien me lo contó? No lo recuerdo, la verdad. Era algo que se decía, que sobrevolaba los muros del colegio como tantas otras verdades absolutas: el recreo era sagrado, el que tenía el bocata de Nocilla era el rey, la chica más rubia era la más popular y a cada niño le gustaba una niña (y viceversa). Que fuera verdad, eso ya era otra cosa… Pero, ¿y si lo era?

No niego que, igual que yo he vuelto a pensar mil veces en mi primer (sucedáneo de) amor, me he preguntado otras mil si ese niño alguna vez volvió a pensar en mí. ¿Yo le gustaría como era normal que te gustara alguien con 12 años, igual que el batido de chocolate o Conocimiento del Medio? ¿O el gustar le mutaría poco a poco a esa desconcertante sensación estomacal que a todos nos pilló desprevenidos aunque los mayores nos hubieran advertido?

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Alguna vez volví a cruzarme con él. Con el niño que de repente ya era hombre. Y yo mujer, supongo. Nos miramos desde lejos y nos saludamos brevemente, y sugestionada sin duda por los rumores infantiles repetidos durante seis cursos, casi pude ver las mariposas saliendo por sus ojos, por sus orejas y por supuesto, por su barriga. 

Evidentemente, no sé lo que pensó o sintió él en ninguno de esos encuentros fugaces, nunca lo sabré. Pero cada vez que lo veo, aunque sea de lejos, me da por pensar qué pasa con esos amores o pseudo amores de cuando todavía no estamos preparados para comprender lo engrandecedor, cruel y vertiginoso, todo a la vez, que puede llegar a ser ese sentimiento de sentimientos. Ese refugio-trampa sin el que no podríamos vivir.

¿A dónde van esos amores que nunca se nos ocurrió contar (si acaso al diario), que nunca se bautizaron con un beso? Esos a los que un solo roce fortuito o una mirada (auto) cargada de sentido les valían para crear todo un mundo paralelo de ilusión y expectativas irrealizables. Y lo mejor de todo es que irrealizable estaba bien.

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Era esa clase de primer gustar, de amor prematuro, de «¿qué narices es esto que me fuerza la sonrisa en contra de mi voluntad?»… Qué bonito, ¿verdad? Y qué viejoven se siente una al sospechar que ahora eso «no se lleva». Que los primeros besos se dan cuando todavía no se ha entendido lo que implica o puede implicar besar. Que lo platónico está en crisis y que los diarios ahora tienen teclas y los lee más de uno.

Y supongo que no está mal, que los tiempos cambian y todo eso, y que cuanto antes te rompan el corazón, antes te cicatrizará, igual que cuando con 10 años las costras de las rodillas te hacían montaña y no pasaba nada, y ahora te haces un arañazo y agotas las existencias de mecromina de tu botiquín.

Pero esta viejoven no puede evitar ser una nostálgica de lo platónico, creo que es el mejor ensayo para lo que está por venir. El mejor «agárrate, que vienen curvas». ¿Te acuerdas? Cuando te gustaba tanto alguien que «gustar» ya no encajaba, pero eso que los mayores llamaban «querer», pues tampoco. ¿Y «amar»? Quita, quita, eso sonaba demasiado a «amo y sumisa», como diría Lachicadelosjueves.

Cuando ni soñabas con confesarte al destinatario de tu extraño sentimiento. Ni de coña, vamos. De hecho, pensar que pudiera enterarse, que se diera cuenta de que te habías puesto roja al devolverle la goma de borrar, era la peor de las pesadillas. Sería una auténtica hecatombe. Mortal de necesidad.

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Esa especie de amor o lo que fuera no dolía ni quemaba. Las decepciones duraban segundos, hasta la siguiente sonrisa desde la fila en el patio. Que te correspondieran no era necesario, es más, esa posibilidad auguraba un lío tan grande que preferías que todo siguiera existiendo nada más que en tu febril imaginación. Era… pues eso, un ensayo, un probar sin arriesgar, un meter sólo un pie en el fango antes de zambullirte hasta los huesos. Un aletear levemente soñando con el cielo pero sin alcanzarlo. Para llorar a escondidas como tu hermana mayor y remover la comida en el plato con la mirada perdida, en vez de comerla, ya habría tiempo. Para tocar las nubes, también.

Mientras durara lo platónico, el amor seguiría siendo un horizonte lejano, aunque sin saberlo, y afortunadamente, ya hubieses comenzado a correr lentamente hacia él.


7 respuestas a “Platónico

  1. Buen tema.
    Todos hemos tenido amores de la infancia, y ¿qué ha pasado con ellos?
    Tal vez a algunas personas se les vuelva a aparecer esa persona y salten chispas.
    Y para otros… Se quedarán en aquellas primeras e inexplicables sensaciones.

    ¡Me ha gustado esta entrada!

    Un abrazo 🙂

    1. Así lo creo yo también! Creo que hay un momento para cada cosa y que algunos adolescentes de ahora se están perdiendo lo mejor de su edad por querer vivirlo todo deprisa. Muchas gracias por pasarte, me alegro de que te haya gustado. Un abrazo! 😊😊

  2. ¿Sabes? A mí también me gustaba mucho una niña del colegio, pero mucho. Nunca dije nada, nunca me atreví, cuando tienes 15 años te has hecho un viejo prematuro y has perdido la espontaneidad del niño. Lo curioso es que muchos años después, vamos hace como cinco años, con mis 30 por bandera me la encontré. Y tomé una caña con ella, y se lo confesé. Y ella… Ella me dijo que a ella le gustaba yo. Nos reímos, fuimos muy bobos, pero nuestro momento ya había pasado. La vida es así, pequeños momentos pueden dar un gran giro a todo.
    Besos
    Fer

    1. ufff eso debió de darte mucha rabia! Pero bueno, la vida es así, hay cosas que tienen que pasar y otras que, simplemente, no pasan. 🙂 ¡Un abrazo, Fer!

  3. Hola!!! Sé que este post será ya un poco viejoven jejeje, pero he llegado a él por casualidad. Y me ha encantado!!!! Asi que me gustaría dejaros mi punto de vista, ya que me he sentido muy identificada por el punto en el que me encuentro ahora mismo.

    Resulta que cuando tenia 15 años vivía enamoradisima del hermano de una amiga de mi hermana. Era verlo… y me moria por sus huesos. SIn yo darme ni cuenta, y despues de ir compartiendo ratitos con las hermanas, la atracción era mutua… y poco a poco nos fuimos acercando. El es 4 años mayor que yo… se fue fuera x motivos de estudio, pero en un finde que vino a estar con la familia, se lanzó y me llamó AL FIJO (moviles? eso q era?) para pedirme una cita. Esa cita de sabado al final se truncó xq a la hora que quedamos cayó una buena tromba de agua que nos dejó incomunicados…. y el no pudo llegar al sitio. A raiz de ese día, nos fuimos perdiendo la pista poco a poco. Y nuestras hermanas entre ellas también… Asi han pasado 17 años… y nos acabamos de reencontrar. Y de qué manera! Es el monitor de padel de mi hijo el mayor. Nuestras miradas el dia que se encontraron… nunca lo olvidaré.

    Llevamos 5 meses viéndonos cada semana x este motivo, las clases de mi peque, y cada día las chispas que saltan son mas fuertes, creo que me esta tanteando con sus gestos con sus miradas, xa ver si yo le respondo… nos atraemos pero… como decia el anterior comentario. ahora ya… paso el momento. Asi lo veo… aunque es muy dificil resistirse a la tentación.

    Un beso Fuerte!

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