Hoy en día está de moda ser un desastre. El desorden, la histeria, el drama. Fumar, decir palabrotas y ser impuntual. Y, claro, aquí está una servidora de mente algo cuadriculada y espíritu preguntón, sintiéndose trasnochada en un mundo en el que la imperfección suma puntos. Que yo no soy perfecta, ni mucho menos, de hecho, soy lo opuesto a perfecta. Quizás lo que más imperfecta me hace es, precisamente, andar siempre buscando la perfección.
Y es que no, a mí nunca me ha pasado eso de ir sin estudiar a un examen. Yo abría los libros quince días antes y los cerraba un minuto después de que el profesor o profesora dijera «podéis empezar». ¿Empollona por convicción? No, insegura de manual. Que ya me podía saber de memoria los criterios de noticiabilidad, que aun así creía que me quedaría en blanco en el momento de la verdad. Horror.
Pues no, yo nunca me he emborrachado (y ahora podéis llamarme bicho raro), al menos no tanto como para no acordarme de cómo volví a casa o de qué hice o dije. No, ni mucho ni poco, yo no me he emborrachado porque a mis entre 40 y 50 quilos de peso y mi 1,60 de estatura, el alcohol se les sube a la cabeza causando un extraño mix de sueño asesino y taquicardia.
Yo me limpio las gafas 32593249 veces al día porque no soporto verlo todo turbio (¿transtorno TOC? No lo descarto). Me quito el esmalte de uñas a la primera imperfección. Bebo 3 litros de agua al día, hago las cinco comidas (yo sin merienda no soy persona) y uso protector solar factor 30 cuando voy a la playa. El café, descafeinado. La cerveza (puaj), como mucho con limón y más por compromiso que por otra cosa. Yo pongo a Spotify por testigo de que no cambio ni una sola canción indie si puedo bailar «Shake it off» de Taylor Swift en la cocina como si no hubiera un mañana.
Yo (casi) nunca llego tarde (no me hago responsable de conductores capullos de la EMT o de las horas puntas en Fallas y Navidad). A mí me gusta salir con tiempo porque no me gustan las prisas (es lo que pasa cuando la velocidad la llevas por dentro), ni hacer esperar a la gente. De hecho, antes he cogido un taxi con los 20 euros con los que tenía previsto pasar el fin de semana, que he llegado tarde al médico, a clase o a una cita. Eso, para mí, es quedar mal, y yo lo de quedar mal con la gente… lo llevo fatal. Demasiado fatal.
Quizá es eso lo que me hace ser así como soy: una imperfecta que busca en vano la perfección, que por querer agradar o no disgustar se ha quedado muchas veces con ganas de mandar a la mierda a algunas personas. Y sobre todo a una. Una imperfecta que, eso sí, con el tiempo (veintisiete 27 ya son tiempo), se ha dado cuenta de que lo único importante en la vida es agradarse a uno mismo: mirarse en el espejo y gustarse con raíz o con el tinte recién hecho, con un diente montado o con sonrisa Profident, con michelín o con cintura de avispa cincelada a base de dieta, ejercicio y té verde.
Que sí, que el optimismo «vomita-arcoíris» ya cansa, para algunos. Que ahora vuelve a estar de moda cagarse en todo y desconfiar de la gente. ¿Pero de una misma también? Me niego. Hay que quererse, sea como sea. Hay que creerse. Se sea impuntual o previsora. Malhablada o beata. (Excesivamente) sincera o un poco trolera.
Hay que aceptarse sea una una desastrada a la moda, o una trasnochada imperfecta en busca de la perfección. Hay que valorarse y respetarse y comprenderse, porque el mundo no lo va a hacer por ti. Para el mundo en general siempre serás demasiado gorda o demasiado delgada, demasiado extrovertida o demasiado callada, demasiado blanca o… vale, no, para este mundo nadie parece estar demasiado moreno (porque ser moreno de piel es estar sano, y ser molón, y haber ido a muchas fiestas en la playa. Los blancos somos tísicos y raros, y la única luz que vemos es la de la pantalla del ordenador. Dicen).
¿Lo veis? Siempre habrá un exterior que nos juzgue, básicamente, porque nadie, ni la madre que nos parió, nos conoce por completo. Nadie está dentro de ti para saber qué piensas, lo que vales, lo que has logrado y lo que no lograste por qué fue. Nadie excepto tú misma. Nadie te conoce como tú ni nadie puede seguir conociéndote toda tu vida.
Por eso, llega tarde o pronto, escucha a Izal o a Katy Perry, ordena tu escritorio o busca tu móvil debajo de la cama. Rápate el pelo o no cambies de peinado. Haz lo que quieras, pero nunca te olvides de que quererse es construirse, y de que en este mundo, las personas más felices son las personas enteras.
Que te quieras (¿ya lo he dicho?).
Que te quieras y punto.
Y ya.
Me ha encantado todo ese tratado de autoestima.
Creo que no serás la única que lo proclame, ni tampoco la única con ese tono tan blanquito y bonito de piel. 😀
Aquí, una servidora te acompaña. 🙂
Un saludo.
Jaja muchas gracias, Gema! Blanquita al poder! Muchas gracias por pasarte y me encanta que te haya encantado.
Un abrazo!!
Mañana cumples 27 años, y yo sigo dando las gracias por el día en que naciste. Genial post, pero tú lo eres mucho más. ❤
Tú sí que eres genial, y una capulla por hacerme casi llorar con dos frases. I love you! 💜
Hace poquito que te descubri. Es genial i inspirador leerte.
Y con este post me has dado esas ganas de quererme más y valorarme más que me han entrado ultimamente.
Ya lo dicen que nada llega a tus manos por casualidad.
Te has ganado a una fiel seguidora!!
Un beso muy grande!
Muchas gracias por tus palabras, Mireia! Es un placer haberte inspirado, pero sobre todo haber logrado que te entren ganas de valorarte más. ☺☺ gracias por pasarte y me alegro mucho de que te quedes por aquí. un abrazo!!
Me ha encantado este post. Me uno al grupo de quererse a una misma tal y como es. A mi (casi) cuarto de siglo, reconozco que soy una perfeccionista, me gusta llegar puntual y si puede ser, cinco minutos antes, estudiar desde quince días antes de los exámenes y luego obtener mi recompensa. No me gusta ni la cerveza ni el vino. Lo de emborracharme hasta no ser consciente de lo que haces tampoco lo conozco, ni ganas. Soy de piel sensible por lo que siempre me echo crema de protección 30 cuando voy a playa o piscina, por poco sol que haya ese día. Prefiero quedarme en casa disfrutando de una cena casera y una buena peli/serie que salir todos los fines de semana de fiesta.
Eso sí, cuando salgo, me lo paso tan bien cantando y bailando o mejor como los que sólo se dedican a beber y beber.
Seré rara, pero hace tiempo que me acepté tal y como soy. Gracias por hacerme ver la perfección dentro de la imperfección
Hola Sandry! Que bien saber que no soy la única «rara» 😉 Gracias a ti por tus palabras y por pasar un ratito leyéndome! Un abrazo enorme!
Si es que si no existieras habría que inventarte… Que ser perfecta es muy aburrido, que lo que me gusta son tus desvaríos, tus locuras, tu forma complicada de decir algo sencillo y tu forma sencillo de decir algo complicado. Y sí 27 es tiempo (felicidades), pero te sobra tiempo, te sobran ganas y te sobra talento… Tengo ganas de verte a los 35, sé que me vas a sorprender.
besos
Fer
Bien dicho! Ojalá querernos más y mejor!!
Me ha encantado tu entrada, enhorabuena! 🙂
¡Ojalá no lo olvidáramos nunca! Muchas gracias por pasarte, ¡un abrazo! 🙂