Cuentos para no morir

Me habían contado esta historia. Que alguien llegaría y besaría todas mis cicatrices, mis cruces, mis equivocaciones. Me habían contado que rescatarías todos los síes que me dejé por el camino, obligada o desganada por todas las veces que intenté ser querida por personas que no me permitieron querer. Me contaron que un día, sin darme cuenta, estarías aquí. Es algo que yo también esperaba, así que siempre pensé que aunque yo pudiera estar equivocada, el resto del mundo no.

Pero en todo este tiempo, en toda esta búsqueda en la que jamás busqué lo que quería encontrar, no supe que serías así. No supe que serías tú y tu voz, que me arropa en la distancia. Tú y tus manos, que me duermen todo el miedo. Intenté imaginarte, construyendo el camino que te llevaría hacia mí. Un corazón sin rostro tendiendo puentes, tomando decisiones pequeñas pero cruciales para tropezarse con el mío.

Antes de ti me contaron que vendrías y yo me conté que te temería. Imaginé que lo bonito me asustaría, que lo espantaría, que se alejaría de mi vista o que ni siquiera sabría verlo. Me entristecí pensando en mí ciega, persiguiendo algún despropósito mientras tú pasabas cerca para seguir tu camino lejos de mí porque yo, estúpida e inútil, no habría sabido descubrirte.

Me conté tantas cosas… Algunas ciertas, como que te querría rápido, fuerte y de verdad. Me conté mentiras como que no sabría retenerte o ser feliz a tu lado. Me conté las cosas que otros antes me contaron, pero todo lo que no era cierto, todo lo que no era bueno, se esfumó en cuanto cruzaste aquella esquina. La primera. La última.

Porque ya no hay rincones en lo que fue un mar de recovecos. Ahora solo hay un camino tan largo, tan recto, tan lleno de calma… Con vistas bonitas, con pistas de cómo seguir avanzando, con preciosos lugares donde pararse a mirar. Yo, a cambio, lo recorro con ojos nuevos y brazos entregados. No estoy muy segura de qué estoy dando, de cómo lo estoy haciendo, de si estoy siendo lo que has estado esperando, pero en este imprevisto huracán de calma y paz, sí hay una cosa que entiendo.

Que si me hirieron antes, mi corazón salió intacto. Que si dolió, pasó. Que si el arañazo caló hondo, ya sanó. Que he llegado a pensar que fue otro corazón, y no el mío, el que entregué en el pasado, porque este de ahora, el que he puesto en tus manos morenas y cálidas, me parece intacto, inocente, preciosamente nuevo. Quizás porque si quise, nunca llegué a querer así. Quizás porque si me lo rompieron, jamás nadie consiguió arreglarlo como tú.

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2 respuestas a “Cuentos para no morir

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