Le habían dicho que el rosa era de cursis, pero ella no sabía ver la vida con unos cristales de otro color.
Le aconsejaron que no se volviera a enamorar (pues ningún corazón recompuesto aguanta otra rotura más), pero ella nunca dejó de buscar un amor que no acabara en dolor. Y lo encontró, vaya si lo encontró.
Le explicaron que para triunfar en la vida tenía que tener las cosas claras, pero ella, que se peleaba con la incertidumbre cada día, nunca dejó de sentirse ganadora.
La riñeron cuando pidió ser rescatada por un príncipe de los de verdad, pero lo que no sabían es que antes de querer ser rescatada, ella ya se había rescatado miles de veces. Y aquella también.
La advirtieron de que todo acaba, de que lo que al principio es especial acaba siendo mundano. Pero ella, siempre tan ella, se empeñó en convencerles de que el verdadero amor nunca deja de nacer.
La retaron a ser cauta, pero el riesgo más grande que tomó en su vida fue también su mayor acierto.
Ese que le llenó los pulmones de rosa, cubrió sus cicatrices de besos y le dejó la lección más grande: lo incierto a veces acaba siendo lo más real.
Ese acierto la rescató (y luego ella le rescató a él). Fue un acierto que no acabó jamás, y aunque muchos de los que le dijeron, aconsejaron, explicaron, riñeron, advirtieron y retaron no vivieron para verlo, no necesitó quitarles la razón para sentir que siempre fue una ganadora. Una princesa de alma rosa, una guerrera rescatada y rescatadora. Una valiente cobarde de ideas claras e inciertas.
Ella, siempre ella. Siempre tan ella.
Yo quiero que me rescate una princesa!!! Igualdad no?? jajaja
Besos
Fer
Jajaja dí que sí!!
Un beso, Fer.