Entre mis costillas

Miro a mi alrededor un día cualquiera, a una hora cualquiera. Todo me resulta reconfortantemente familiar. Los edificios, los desconocidos, el azul del cielo y la aparente textura del asfalto. Es curioso como a medida que pasa la vida vamos diseminando hogares por aquellos lugares que frecuentamos, en los que somos felices. O somos a secas.

Miro a mi alrededor. Otra vez. Esta vez con ojos distintos. Intentando imaginar que es la primera vez que piso esa calle, que huelo el pan recién hecho de esa panadería, que veo el cartel de R.E.A. en ese muro que parece que tenga 1000 años. Quién sabe, quizás los tenga. Quizás de repente me siento insignificante por una buena razón.

Sigo mirando y fingiendo que soy una desconocida para ese árbol cuyas raíces le ganan la partida al cemento de la acera. También para el buzón de correos que ya casi nadie usa. Y para la hilera de farolas con sus correspondientes palomas.

De repente no solo me siento pequeña. Me siento rara. Y de rara, paso a sentirme bien. Me encuentro en un lugar fascinante, desconocido del todo. Qué raro ese arbusto. Qué poco comunes esos colores. ¿Por qué me mira todo el mundo?  Me he vuelto una extraña para mi barrio, y él para mí. Y está bien, porque la amenaza ha tardado poco en convertirse en curiosidad, y la curiosidad hace que dejes de dar las cosas por hecho. Que lo veas todo desde otra perspectiva.

Me gusta dónde vivo. Me encanta lo que veo. La gente, los bancos, los pájaros, las bicicletas. Me gusta todo, y sobre todo, tú. A ti te llevo aquí dentro mire hacia donde mire y eres, cómo decirlo… el filtro de ver bonitas las cosas.

Entonces me doy cuenta. Lo que hace que el mundo que nos rodea nos parezca conocido son las personas, no las cosas. Por eso cuando alguien querido desaparece, todo alrededor nos parece inhóspito, insoportablemente nostálgico, terriblemente frío.

Por eso, si en cada esquina que doblo me siento en casa es porque mi casa, tú, la llevo entre las costillas vaya donde vaya. 

 

 


4 respuestas a “Entre mis costillas

  1. ¡Hola, Tejetintas!

    Me ha encantado este post, de verdad. Y, además, ha llegado en un momento de mi vida en el que me siento muy identificada con tus palabras, pareciera que estás hablando de mi situación actual. De hecho, en el último post de mi blog hablo sobre esa sensación de que un hogar no lo define un lugar, sino las personas.

    «A ti te llevo aquí dentro mire hacia donde mire y eres, cómo decirlo… el filtro de ver bonitas las cosas». ¡Qué preciosidad de frase, por favor!

    Solamente me queda repetirte que siempre es un placer dejarme caer por aquí y descubrir que sigues haciendo magias con las letras, no me canso de venir porque tus entradas siempre esconden alguna enseñanza.

    ¡Un abrazo enorme, guapa! ♥

    1. ¡Muchísimas gracias, Miss Poessía! Para mí es un placer tenerte entre mis lectores. Me alegro de que coincidamos en esto: el hogar lo hace siempre un «alguien», no un «algo». Un abrazo enorme y nunca dejes de escribir. 😉

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