Todo descubrimiento empieza con un viaje.
Yo, que atravesé bosques de noches sin voz.
Que sobreviví a huracanes de miedo y guerra.
Yo que morí de sed en un desierto de esperas.
Y ardí con la lava de amores de pega que nunca fueron.
Yo que aprendí a bailar al son de los truenos
Y amaestré el oleaje de la incertidumbre.
Yo, querido mío, solo puedo decirte: bendito viaje el que me juntó contigo.