Un día dije que quería ser periodista. Tendría 12 o 13 años, y todo lo que sabía de la profesión venía de una serie de la tele. Recuerdo cómo Mis amigas y yo jugábamos a imitar el repiqueteo de las teclas de los primeros ordenadores sirviéndonos de estuches de lata abiertos. Y así, sin saber muy bien por qué, empecé a repetirme a mí misma esa frase más tarde convertida en sueño, y un poco más tarde aún, convertida en realidad.
«Quiero ser periodista».
Sería más interesante decir que crecí en una familia donde se compraba el periódico todos los días, se escuchaba La Ser y se veía el informativo impepinablemente. Pero nada de eso sería verdad. En mi casa se veía «Campeones» y «Los Problemas Crecen», porque el mando de la tele lo controlábamos mi hermana y yo. La radio era para Los 40 Principales y los cd’s de canciones del verano, aunque, eso sí, los libros nunca faltaron, sino que hasta tenían una habitación propia, como un hijo más.
No sé por qué un día se me ocurrió que quería ser periodista. Antes había querido ser profesora, y luego astrónoma. Explicaciones y preguntas. Las dos cosas que más me gustan. Pero mi nueva vocación, que al principio no fue tal, era algo distinto. Siempre he pensado que el periodismo me encontró a mí, y no viceversa.
CIentos de exámenes, pataletas, crisis de nervios, créditos superados (y otras cosas que jamás pensé que fuera capaz de hacer) después, se materializó esa idea que un día se me ocurrió porque sí. Fue entonces, no antes, cuando entendí el motivo.
Las personas suelen preguntar lo que les interesa, pero a un periodista le interesa todo lo que se puede preguntar. Y nunca hay un final. Me interesan la plaga de la mosca blanca de la patata, los poblados vertedero de Chile, la teoría de la Relatividad, el último fichaje de fútbol y ese tutorial de belleza para aprender a hacerme una trenza de espiga. Hago preguntas porque quiero entender, porque quiero explicarme a mí misma, explicar a los demás, explicar el mundo y, supongo, que así sentirme algo más segura de que lo que veo es real y no las sombras de una caverna (sí, también me interesa Platón).
En un día como hoy, que se traducirá en el punto 5.4 del temario de algún libro de texto futuro, se me vienen a la cabeza tantas preguntas… y muy pocas respuestas. ¿Por qué los telediarios (unos más que otros) parecen un remember de hace 60 años? ¿Por qué podemos elegir de qué color nos compramos la funda del iPad pero no a quién queremos como Jefe del Estado? Y, lo más importante, ¿por qué los poderosos tienen miedo de preguntar? ¿Por qué, si preguntar es la única manera de conocimiento? ¿Por qué dejar intactas las cosas sólo porque siempre hayan sido así?
Cada vez tengo más claro que nos hace falta un pensamiento extraterrestre, como si fuéramos aliens recién caídos en la Tierra procedentes de la galaxia más remota del universo. Seres que no tuviesen ni la más mínima idea de lo que está pasando o de lo que pasó algún día aquí. Que (re)construyeran todo desde cero, preguntando sin parar cómo, qué y por qué.
Firmado, una cotilla con sueños.
Yo también me considero periodista por vocación. En mi caso lo supe algo más tarde. Esa sensación de descubrir, de conocer y luego ser capaz de explicarlo con tus propias palabras es muy reconfortante. Por eso no entiendo que buena parte del periodismo actual, por lo menos el de los medios tradicionales, se conforme con transcribir lo que le cuentan. Lo de hoy y los próximos días era muy previsible, pero es que uno ya no puede pretender informarse siguiendo el telediario. Las redes sociales tienen muchos defectos, no las redes en sí sino algunos de los elementos que las frecuentan, pero están demostrando un potencial informativo que ha descolocado por completo a los medios tradicionales. Hay prensa digital que está sabiendo adaptarse a la nueva realidad, mientras que los viejos dinosaurios se quedan anclados en el pasado, igual que el sistema del que se sustentan.
Tengo la sensación de que, como periodistas, estamos viviendo una época apasionante. No desde luego en cuanto a la estabilidad laboral, que es lamentable, pero sí por ser testigos y parte de una transición que está desarrollándose a velocidad de vértigo y que nadie sabe adónde nos va a llevar. Un post muy interesante.
Un abrazo!
Estoy de acuerdo, estamos siendo testigos de un montón de cambios, creo que es lo único bueno que nos ha traído la crisis. Desgraciadamente, nadie se mueve si las cosas le van bien, Lo del periodismo tradicional es un poco como la política, no fallan sólo las personas, falla el sistema, que es como una enorme mampara de cristal con la que se dan de bruces aquellos que intentan cambiar las cosas. Desde dentro, es difícil ir contracorriente, pero desde luego como quinto poder debería darnos vergüenza la autocomplacencia en la que caemos a veces. Confío en que esta época tan convulsa a todos los niveles que nos está tocando vivir, nos sirva para ir más allá y poder contarle a la gente lo que está pasando sin medias tintas.
Gracias por pasarte, un abrazo!
Me acabas de poner los pelos de punta…
Precisamente comparar el mito de la caverna con la situación de los medios de comunicación actual fui mi trabajo de fin de carrera, y me ha hecho especial ilusión que tú también te hayas fijado en eso (ya ves, soy así de tontorrón).
Mi llegada al periodismo fue algo más fría, menos vocacional. Verás, mis dos abuelos eran arquitectos, al igual que mi padre y claro, en una ciudad pequeña como Salamanca, todo el mundo daba por hecho que seguiría ese camino. Así que un día paré y pensé. Y me di cuenta que dibujo fatal, tengo una visión especial pésima y se me dan fatal las matemáticas. Lo de ser arquitecto no parecía muy buena idea.
Así que fui pensando y me di cuenta que escribir no se me daba mal (siempre se puede mejorar, eso está claro), hablar no se me daba mal… vamos que eso de comunicar (prefiero que me llamen comunicador a periodista) podía ser mi futuro. Y así ha sido.
Me doy cuenta que somos muchos los comunicadores (jejeje) que soltamos nuestra vida en blogs… podíamos juntarnos un día!!
Un beso
Hola Fer! Me alegra que te haya gustado el post y la comparación. Debe de ser un trabajo muy interesante el tuyo sobre la comunicación y el mito de la caverna de Platón.
No importa cuándo o por qué, lo importante es que todos tenemos un destino y una vocación, y al final acaba saliendo a flote :).
Sería divertido, sí, una reunión de blogueros periodistas! (comunicadores, perdón! jeje). Un abrazo!
Pero en Salamanca eh… tiro para lo mío!!
🙂
A veces, las coincidencias que se dan en la vida son sorprendente y, al mismo tiempo, casi lógicas. La mayor parte de lo que tú relatas de forma tan apasionada y certera, yo también lo he vivido y lo estoy viviendo.
Quizás seamos unas adictas al conocimiento, unas preguntonas sin remedio, unas heroinómanas de la libertad… no lo sé, eso es tan misterioso como la secreta e inescrutable vocación que te hace entrar en una facultad de periodismo a sabiendas de lo que eso significa hoy en día (tanto en Chile como en España). Lo que sí sé (y perdona que te lo aplique así, de sopetón, pero me lo indican, valga el pareado, la cabeza y el corazón) es que para demostrar esa pasión y nutrirla día tras día, hace falta ser buenas orejas, tener ojos avispados y un estómago a prueba de bomba.
Más allá de eso, reitero que es un gran placer leerte y pasear por tu blog (del que me enamoré del contenido y de la forma).
Me permito dejarte una pequeña sugerencia, para que el periodismo siga siendo una vocación que sigamos cultivando todos los días. Se trata de un librito de Enric González que se titula «Memorias Líquidas» (lo puedes encontrar en e-book) y que creo que te puede gustar.
Un abrazo.
-PatriShaw-
Muchas gracias por tus palabras y por la recomendación, ten por seguro que leeré el libro. Es curioso lo de «ser curiosas», a veces puedes llegar hasta a cansarte a ti misma con esas ansias de preguntártelo todo, pero vale la pena porque, como bien has dicho, todo eso nos lleva a ser adictas al conocimiento, perseguidoras de la libertad intelectual. No se me ocurre una manera mejor de estar en el mundo 🙂
Un abrazo!
Te admiro. No puedo decir más y no creo que haga falta. 🙂
Yo no creo que pueda ser periodista, soy muy tendencioso a las ideas que se me vienen a la cabeza al ‘entrevistar’ a alguien. Sin embargo, es cierto, las crisis (no solo la económica-política) sirven para replantearse lo que haremos, para preguntarnos. No es justo vivir lo que otros no vivieron, pero es lo que hay, es como una enfermedad hereditaria, nos pudo tocar no padecerla pero bueno, ese no fue el escenario. Y estando en plena crisis, cada punto en contra podría convertirse en una oportunidad. Mi país -para mí- vive un crecimiento de cuentos de hadas, repetimos historias que en otros países ya se dieron y acabaron mal, pero ahí van (vamos) los corderos… Espero que sigan las preguntas, a lo mejor pronto llegan más respuestas de las que buscabas 🙂
No te creas, los periodistas también caemos en la tentación y preguntamos, subjetivamente, lo que queremos saber. La objetividad del periodismo es un mito, lo que no debe faltar es el rigor.
Brindemos entonces por las preguntas, las respuestas y las oportunidades. Gracias por pasarte! 🙂
Me encanta como escribes! a parte me he sentido muy identificada porque yo a los 13 años también queria ser peridista, ahora, ahora quiero ser dentista, las vueltas que da la vida jeje
Bueno tengo 15 años y mi sueño es escribir, el día de mañana me gustaria ser escritora. Me encantaria que te pasaras por el blog 😉
http://ahoraessiempretodaviatodalavidaesahora.wordpress.com/
Muchas gracuas!!!
acepto críticas 🙂
Muchas gracias por leerme! Me alegra que te haya gustado el post, y aunque tu vocación haya cambiado, seguro que siempre llevarás dentro una pequeña periodista. Un consejo de «hermana mayor»: nunca dejes de escribir!
Ten por seguro que voy a leer tu blog 🙂 un beso!
Muchas gracias!! La verdad esque ese sentimiento estuvo, está y estara!!!!
Un beso 😉