Lo malo de cumplir años es que tendemos a hacer balance del conjunto. «Un año más», decimos, como si en un instante, ése en que nacimos, cruzáramos una especie de barrera invisible que nos obliga a repensarnos y a hacer las cosas mejor. ¿Para qué? Para que dentro de un año podamos hacer otro balance, esta vez positivo.
Ver la cosas globalmente es bueno a veces. Es algo así como un titular de prensa. Puede ayudarnos a tener una idea general, a querer indagar más, a enterarnos del qué.
Pero para entender una noticia, igual que para entender un año de vida, hay que ir por partes. Los balances ningunean los detalles. Error. Los detalles son lo más importante. Son el hilo que cose, las gotas de tinta que escriben, los átomos que crean vida.
Cuando uno cumple años, suele acordarse de aquel fracaso o de aquel gran triunfo. Y, así es la vida, habrá tartas en las que las velas la soplemos con la fuerza que nos dan los éxitos, pero muchas otras, nos las comeremos ahogados por las penas. Porque así es la vida. A veces sol, a veces sombra o, con un poco de suerte, las dos cosas al mismo tiempo.
Al cumplir un año más, no sueles acordarte de aquel día que se te salió la Fanta por la nariz de tanto reír. Ni aquel otro en que sentiste que podías hacerlo, independientemente de lo que ocurriese después. Porque nunca tenemos suficientemente en cuenta los cafés, los libros leídos, las caricias a las mascotas, los paseos junto al mar. El amor que todos, de una manera u de otra, tenemos en nuestras vidas.
Aquel taxista que, después de pagarle, se esperó aparcado hasta que te vio entrar al portal, a salvo.
Esa película tan mala que viste (y luego olvidaste) en la mejor compañía.
Las tartas, las tortillas de patatas y las chucherías escondidas en el bolso para entrar a la sesión golfa del cine. Los granizados a medias bajo un sol de justicia.
Un año más. Hay quien lo celebra con un trabajo nuevo, con el mismo trabajo de siempre, con un trabajo bueno o con uno malo. Hay quien lo hace con novio, novia, amigo/a con derecho a roce o con derecho a todo. Solter@, amargado, feliz, soltera buscando novio, soltero buscando ligue. Algunos reciben el nuevo año con la cabeza hecha un lío, mientras que otros el lío lo tienen en el bolsillo.
En todos los momentos de nuestras vidas, todos tenemos algo, pero nadie lo tiene todo. Lo único que nos queda siempre son los momentos, los detalles. Esas pequeñas porciones de vida que son, verdaderamente, la vida misma.
Pues si no nos gusta cabiémoslo!! Estamos aquí para cambiar el mundo, hagamos que eso cambie, que la gente cuando cumpla años se acuerde de lo mejor, y tolvide lo peor.
¿Qué como empezamos? Pues empecemos a intentarlo nosotras mismas!
Un abrazote! 🙂
Tienes toooda la razón, y de eso precisamente va este post! muak y gracias por pasarte 🙂
De nada!! Para eso estamoos
Un beso 😉
Bueno, bueno… lo primero… felicidades. Siempre es un año más, por desgracia ya conozco gente que no va a poder decir lo mismo, bueno supongo que como todos… pero sí tengo claro que la vida se trata de coleccionar momentos y que soy fan de las cosas peqqueñas, puede que porque yo mismo soy bajito…Así que el año que viene, como seguro te seguiré leyendo, te propongo que nos cuentes todas las cosas pequeñas que te han hecho más feliz en 365 días… te aseguro que va a ser un post muy largo.
Un beso
eso está hecho! hay Tejetintas para rato. Y sí, efectivamente, las cosas pequeñas son SIEMPRE las más grandes! 🙂 Gracias!
No iba a comentar más para permanecer en el anonimato jaja pero el post me ha gustado mucho. Hay que vivir cada día como si fuera nuestro último día de vacaciones, aprovechando todas las oportunidades de ser felices (por pequeñas que sean, como ir a tomar un café con alguien como dices) Podría enrollarme un montón sobre este post pero no quiero colapsar tu blog.
Enhorabuena Nuria, este post me ha llegado mucho.
Pues muchas gracias! me alegro de que te haya gustado (a pesar de que no me gustan nada los anonimatos). para tu próximo comentario, espero poder darte las gracias por tu nombre!