No hay ninguna duda de que el tiempo vuela, y hoy, al ver de soslayo una sombra sobre mi cabeza, lo que he visto volar han sido doce meses bonitos. Preciosos, diría yo. Yo. Hace algún tiempo que no hablo en primer persona por aquí, al menos no en mi primera persona. Creo que es porque el día era hoy, hoy que el doceavo y los demás meses ya quedaron lo suficientemente atrás como para poder mirarlos con distancia.
Alejada pero cerca, siento que las letras me han salvado (una vez más) de algunas partes de mí que ya no lo son y de algunas personas que ni fueron mías ni ya quiero que lo sean. Ya lo sabéis, la vida cambia constantemente. Hoy es un día de feliz cambio en mi perfecta ciudad de sol y en muchos otros sitios. Hoy y ayer, y cada uno de los días anteriores, los que vinieron después de «La primera historia», fueron días de feliz cambio.
Como siempre, ha habido altibajos vitales, revoltijos de ideas, reflexiones absurdas y más literatura que nunca. Aunque a veces la ficción resulta evasiva, a mí el inventar me ha servido para conocerme un poco más. Por no hablar de lo que ha supuesto darle forma a todas esas Letras Paralelas. Ese ilusionante proyecto del que tantos formáis parte, se ha hecho mayor sin mi permiso (ni falta que le hace) y pronto veréis el resultado. Yo también lo veré, y me sorprenderé, como lo sigo haciendo cada vez que alguien siente que una palabra mía le toca dentro una nota musical, como una tecla de piano. Así me lo imagino yo, así me lo habéis contado.
Os cuento yo que cuando dejé atrás Nice&Slowly, mi anterior blog, no dejé atrás lo bonito ni lo lento. De hecho, siguen siendo dos de mis adjetivos favoritos del mundo mundial. A lo bonito es fácil acostumbrarse, sobre todo si eres tú el que lo crea. A mi lentitud exasperante en algunos casos (y mi velocidad mareante en otros), he tenido que aprender a quererla.
Y, otra vez más, poner una palabra detrás de otra, pensar a golpe de tecla, y de lápiz, y de bolis de todos los colores, ha sido la clave. No sabéis lo satisfactorio que resulta crear belleza a partir de lo más feo. Del dolor, de la rabia, de los inútiles anclajes ya no queda nada. Qué suerte. Qué gran suerte que un gen recesivo, un montoncito de neuronas o algún libro que leí de pequeña me trajeran así al mundo. Tan amante de sentir, de transformar, de crear sentido y, a veces, de cambiarlo de forma. Qué suerte escribir. Qué suerte que haya alguien al otro lado para leerme y emocionarme con su emoción.
Qué suerte celebrar un primer aniversario después de toda una vida tejiendo tintas. Y lo que queda…
Siempre he sido más de celebrar los «no cumpleaños», primero porque todo ese mundo absurdo de Alicia me pega. Yo mismo no tengo mucho sentido. Segundo porque el hacer las cosas porque sí siempre ha sido mi fuerte, regalos porque sí, llamadas porque sí, cañas porque sí… Pero, y saltándome mis normas (que nunca he tenido ni nunca he escrito) te felicitaré por tu cumpleaños. Doce meses doce causas dicen en la tele. En tu caso son doce meses miles de letras. Y todo el mundo sabe que la tele es la versión pequeña del cine, y así es como tú escribes: de cine.
Besos
Fer
jaja muchas gracias, Fer, me alegro de que hayas incumplido tus normas no escritas para felicitarme. Un abrazo!
Voy a mi bola!! Jajajaja
Más que unas palabritas, quería dejarte una imagen: el pecho de una pelirroja que se abre y del que salen una treintena de mariposas azules. Porque en efecto, lo que fue gusano, terrestre y húmedo, en la escritura se transmuta en existencia alada y multicolor. Gracias guapa por compartir tus procesos que, muchas veces, son también los nuestros.
qué mensaje tan bonito! muchas gracias por tomarte un momentín para dejar estas palabras tan especiales. ¡Un abrazo! 🙂