Es odio. No es política, ni religión. No son ideas ni justicia mal entendida.
Sólo es odio.
Odio en las manos, que están para acariciar, para escribir, para trabajar, pero que algunos pocos usan para empuñar, para golpear, para matar.
Odio en los ojos, que están para contemplar, para unir a unos con otros, para sonreír sin mover los labios, pero que algunos pocos usan para fulminar, para mirar sin ver, para teñir de sangre todo lo visible.
Es sólo odio. Odio en la cabeza, en la piel, en el estómago y en la lengua. Odio por todo el cuerpo y en el lugar del alma.
Odio que no es otra cosa que odio a sí mismos. Odio que practican contra todo el que no siente odio y posee alma. Odio que, no lo olvidemos, no sólo sufrimos nosotros, sino también ellos, los otros, las víctimas del «mismo saco» y de la vía de escape fácil al miedo.
Odio que se cura con amor. Con toneladas de flores cubriendo el asfalto salpicado de injusticia. Con velas y oraciones de los que creen y de los que no. Con fe absoluta en la libertad de ser libres, de gozar libres, de comer libres, de informar libres.
Con fe absoluta en la vida y en la no guerra.
Tejetintas 
Como le acabo de comentar a Mamen, ojalá esta locura que es el mundo en que vivimos se curara con amor. El problema es que el amor no vende. El odio y la guerra son mucho más beneficiosos para quienes dirigen el cotarro. El día que el dirigente político de un estado poderoso ondee la bandera del amor y destierre la del enfrentamiento empezaré a creer que aún tenemos salvación como especie. Temo que ese día queda aún lejísimos.
Un abrazo, Nuria.
Tienes toda la razón, Benjamín. Mientras ese día llegue, ojalá que no falten los escritores, artistas y seres humanos en general dispuestos a soñar con utopías y a no rendirse al odio.
Un abrazo grande.
El viernes fue un día de mierda… Pero de mierda… Porque yo estaba diciendo adiós a alguien querido que se nos lleva el cáncer y a la vez veía cómo hay quienes se llevan vidas simplemente porque sí. No entendía nada, no entiendo nada.
Besos
Fer
Ay, mucho ánimo, Fer. La vida es realmente incomprensible a veces. Un abrazo enorme.