Se hartó de mis dramas al cuarto año de conocerme. No lo dijo así, claro, la palabra «drama» es mía. Él lo bautizó de otra manera. Literartura. Me lo escribió en una servilleta translúcida del bar más cutre que encontramos aquella noche, una más del invierno más insoportablemente cálido que soy capaz de recordar.
La dejó junto a mi mesilla y esperó en silencio a que yo me despertara por la mañana, que era casi mediodía. «Y luego la teatral soy yo», pensé transformando un bostezo en sonrisa. Por entonces, era toda una experta en convertirlo casi todo en sonrisas: el sueño, la decepción, la rabia y las ganas de cerrar puertas y abrir ventanas.
—¿Literartura? ¿Has hecho tú solo este juego de palabras? Enhorabuena.
Lo único bueno de lo nuestro, que fue progresivamente cada vez menos nuestro y más de dos personas que se desdibujaban conforme pasaban los días, es que jamás perdimos la ironía. Las ganas de fastidiarnos, de revolvernos por dentro, de putearnos tanto como nos queríamos… hasta que dejamos de hacerlo. Lo demás fue una rendición absurda y absoluta a lo que tenía que ser, por encima de lo que nosotros queríamos ser. Juntos y por separado.
—¿No me preguntas qué quiere decir? -me dijo mirándome bastantes centímetros por debajo de mi sonrisa-bostezo. Qué mal me sabe la boca, recuerdo que pensé yo, y acto seguido imaginé si a él le sabría igual, si habría sido la combinación de vino peleón y bravas aceitosas de la noche anterior y si me apetecía besarle. Y acto seguido del acto seguido, me acuerdo que me pregunté si realmente era el sabor de su boca o el hartazgo en sus ojos lo que me hacía dudar.
Estaba harto de mis historias, lo sabía. De encontrarme dormida entre libretas, de que mi única obsesión fuera hacia algo tan distinto a él. Él siempre fue pragmático, rápido, terrenal. Yo siempre soy pausada por fuera y veloz, muy veloz adentro. Tengo los pies colgando de un árbol y las cosas que más me gustan son las que, aparentemente, no sirven para nada. Un adjetivo más, uno menos. Un personaje demasiado parecido a él contra el que descargar mi ira sin que se notara (mucho). Una novela redentora que contaba lo nuestro, que lo ordenaba con una lógica atemporal, con una lógica visceral.
Nunca me perdonó que escribiera un libro sobre nosotros, un libro que, para él, no servía para nada. No iba a cambiar el mundo, no iba a salvar vidas, no sería un best-seller, más que nada, porque yo nunca iba a dejar que se comprara ni vendiera. Nunca permitiría que nadie mercadeara con nuestro amor. Nadie excepto nosotros mismos.
Y aun así me odió a la primera palabra leída. Supo que en aquellas hojas yo gritaba muy fuerte lo que nunca le había dicho antes. Por eso la tarde que acabó el libro, acabamos los dos. Salimos a celebrarlo en un lugar tan feo como feo era lo que sentíamos. Teníamos ganas de desprendernos el uno del otro, solo para ver si así algún día no muy lejano nos echábamos de menos y descartábamos tranquilos la idea de ser unos auténticos monstruos sin sentimientos. Porque no querer nada a alguien a quien has querido tanto, es difícil de asumir.
Esa noche fue la última. Esa palabra, también. Literartura, ponía en la servilleta. Hartos, muy hartos estábamos. De aguantarnos el peso, de no dejar de vernos. Antes de que se fuera, y un poco antes de que el invierno volviera a ser tan frío como se supone que debe de ser, intercalé una hache entre la erre y la a de su palabra inventada.
—Nunca he soportado tus faltas de ortografía —murmuré desabrochándome su camisa vieja, mi pijama improvisado menos favorito.
—Y yo nunca he soportado que te importe más una coma, que el libro entero —me respondió cazando su camisa al vuelo.
Y nos sonreímos. Y se fue. Y nos fuimos.
Linda anécdota (si lo es).
Recomendación: Usa la raya (—), no el guion (-). Normalmente es más profesional el hecho de usar la raya.
Y te digo que me ha gustado tu escrito, te seguiré y veré cómo sigues escribiendo. Saludos, y espero que la fantasía te ahogue.
Gracias, Sebastián :). También por tu recomendación. Soy consciente de que el uso del guion es incorrecto, pero con mi ordenador actual me resulta del todo imposible usar la raya. Saludos y gracias de nuevo por pasarte.
Me ha encantado, sobre todo porque algunos párrafos me son tan extraordinariamente familiares que parece que estás escribiendo una historia para mi muy conocida.
Fabulosa!!
¡Gracias, Ana! Me alegro de que te haya gustado y de que te haya hecho recordar, porque los recuerdos, aun cuando duelen, son una parte de nosotros tan verdadera como lo que vemos con nuestros propios ojos. Gracias por leer :).
Justo lo que necesitaba. El texto que salva la semana, que da la bienvenida a la que ya empieza y con la que me voy a la cama. Una entrada que siento como mía, escrita directa y específicamente para mí.
Una auténtica maravilla. Enhorabuena 🙂
http://viveynosobrevivas.blogspot.com.es/
Guau! Qué precioso comentario, muchísimas gracias por leer y pararte a dedicarme estas palabras. Un abrazo enorme de tintero a portaminas ☺
Una vez le dije a una chica que podía vivir sin ella, pero que no quería. Porque nunca he creído en amores que atan, si no en amores que suman. Pero no siempre todo marida ni cualquier cosa vale. A veces lo mejor es un adiós sonriendo, en lugar de un para siempre entre lágrimas. O eso opino yo.
Besos
Fer
Totalmente de acuerdo, Fer. Gracias una vez más 😊😊
¡Me encanta! Seguiré saboreándolo… Seguro que me inspirará mil comentarios cuando tenga más tiempo ¡Es buenooo!
Muchas gracias! ☺☺ un beso
Te felicito por aquel tiempo —tú dices por entonces— en el que «eras toda una experta en convertirlo casi todo en sonrisas: el sueño, la decepción, la rabia…». Espero y deseo que, en este tiempo «en el de hoy», aún sigas siendo aquella experta, corregida y aumentada, porque no creo que haya nada más bonito en la esencia de una persona que ser una eterna fuente de sonrisas… Celebraría que ninguna fuerza en esta vida, por oscura que pueda ser, te arrebate nunca ese flujo de divinidad.
Buenisimo!!! Confieso que me pareció familiar, como que si me hubiera ocurrido algo asi.. pero con la ultima parte lloré! DEFINITIVAMENTE HERMOSO ☺
Antes de que se fuera, y un poco antes de que el invierno volviera a ser tan frío como se supone que debe de ser, intercalé una hache entre la erre y la a de su palabra inventada.
—Nunca he soportado tus faltas de ortografía —murmuré desabrochándome su camisa vieja, mi pijama improvisado menos favorito.
—Y yo nunca he soportado que te importe más una coma, que el libro entero —me respondió cazando su camisa al vuelo.
Y nos sonreímos. Y se fue. Y nos fuimos.
Muchísimas gracias! Me alegro mucho de que te haya gustado 🙂