Horma busca zapato

El otro día, un día cualquiera de cielo azul y ganas dispares, me pasaron dos cosas. Dos cosas que aisladamente no hubieran generado nada, o al menos nada de lo que generaron. Pero conjuntamente, asaltaron mis pensamientos y me hicieron llegar a la siguiente conclusión: uno nunca podrá encontrar lo que estás buscando si no espera verlo.

Ese otro día, un día cualquiera de «qué sueño tengo» y estrés por desayuno, me dí cuenta de que había perdido las llaves. O lo que es lo mismo, no estaban donde se suponía que debían estar. Empecé a dar vueltas por toda la casa buscándolas en cada rincón, esperando ver su destello metálico en cualquier rincón oscuro. Y lo vi, solo que no eran las llaves, era un boli desconocido que pareció alegrarse de verme cuando lo encontré debajo del sofá. Yo, que juraría haber visto incluso la superficie dentada de la llave del portal, tuve que reconocer que mi vista me había engañado. Cerebro 1-Realidad 0.

Un rato después, con las llaves a buen recaudo en el fondo de mi bolso, escuché a alguien decir algo por la calle. Soltó a bocajarro una frase que se coló en mi camino como una bala certera disparada desde lejos. No era para mí, pero aún así me dio de pleno.

«Solo vemos lo que queremos ver».

Era cierto. Yo había visto una llave en vez de un boli minutos antes. Y estaba segura de haber visto muchas otras cosas en mi vida que en realidad no eran, no estaban, nunca sucedieron.

Es cierto. Vemos lo que queremos ver, para bien y para mal. Es como si nuestro cerebro tuviera la forma de uno de esos juegos de preescolar en los que hay que meter fichas en forma de estrella, corazón, cuadrado y círculo en agujeros en forma de estrella, corazón, cuadrado y círculo. Si en la cabeza tenemos un círculo, vemos círculos por todas partes. Porque nos cuadra, porque es más fácil, aunque nosotros en vez de círculo lo que queramos sea un dodecaedro.

Y así como hay moldes en la cabeza, hay también moldes de corazón. Y en el momento en que creamos que merecemos 3 en vez de 10, eso es exactamente lo que veremos y lo que tendremos. Y en el momento en que nos den un 10 en vez de un 3, ni siquiera lo consideraremos como opción si en nuestra mente no hay lugar para un sobresaliente.

Así que sí. Si no esperas lo que quieres, difícilmente te va a encontrar. Si no cambias el molde, difícilmente os vais a acoplar. Así que sí, puedes empezar ya mismo por derribar algún muro, cambiar alguna idea, borrar algún recuerdo. Que tu mente no es un museo de historia antigua, ni el ecosistema de un lugar del pasado tras un viaje en el tiempo. Se pueden tocar las cosas, se pueden cambiar. Se deben transformar. Y saber que lo que tú quieras que encaje, encajará. Que lo crees merecer, te llegará. Que no es cuestión de magia, sino de probabilidad.

Así que sí. Quiere ese dodecaedro, esa idea, esa vida. Quiérelas y serán un poco más tuyas. Fabrica la horma y cuando menos te lo esperes… podrás sacarle brillo a tu bonito zapato.

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5 respuestas a “Horma busca zapato

  1. Recuerdo un día que estaba en la sala de espera de Barajas, aburrido, esperando a embarcar. Me fijé en una chica que se parecía a mi amiga Paloma, la fui siguiendo con la mirada pensando en anécdotas vividas con Paloma, en que hacía mucho que no la veía, que la echaba de menos… Y esta chica desconocida fue a sentarse al lado de mi amiga Paloma. Sonreí y me acerqué a saludar. Sí, a veces que pedir las cosas para que sucedan.
    Besos
    Fer

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