Yo ya no soy mis cicatrices

Me cansa la decoración nórdica. Las baladas ñoñas. Las camisas blancas con vaqueros. Hasta el mar en calma.

Hay días que me cansa todo lo que me gusta y me gustan otras cosas que también me gustan. A veces solo quiero color y rock en vena.

Algunas veces alguien dentro de mí se rebela, y supongo que esa también soy yo. Sí, esa soy yo. Igual de yo es la que se ve guapa con la cara lavada que la que se pinta los labios rojos para ponerle color a un día sin sol.

Todos somos mil personas. Somos todos los que hemos sido. La huella de todas las versiones en las que nos hemos convertido. Por eso a veces aguanto y a veces estallo. Por eso hay veces que me gustaría que mi salón fuera blanco perla y otras me alegro tanto de que sea violeta, sobre todo cuando me acuerdo de cuándo y por qué decidí que fuera así.

Todos somos de mil maneras. Por eso nos cuesta (quiero pensar que no soy la única) decidir si playa o montaña, si dulce o salado, si baladas o rock. Si seguir o dejarlo estar. Porque todos tenemos una canción secreta que nadie diría que nos gusta, que a nadie diríamos que nos gusta, pero que bailamos o lloramos a escondidas del mundo. Todos hacemos cosas inesperadas hasta para nosotros mismos. Todos somos un millón de cosas. O mejor dicho, todos somos lo que somos a partir de la suma de ese millón de cosas.

Y luego está la esencia. La esencia de cada uno. Eso que nos hace distintos, o a veces iguales. La bondad, las manías, los principios. Uno puede intentar darle esquinazo, pero es imposible huir de tu propia esencia. La esencia es ineludible y al mismo tiempo tan escurridiza que, sin querer, cada día vivimos tan rápido que corremos el riesgo de pasarla por alto y, en el peor de los casos, no encontrarla nunca. Pero la esencia, para bien o para bien (porque hasta cuando es para mal, es para bien) está siempre en el centro de ti mismo y nunca se apaga, aunque no la veas. Nunca se calla, aunque no la a escuches.

Por eso, sí, tú eres la que se decepcionó, a ti y quizás a alguien más. La que se equivocó. La que hizo algo que jamás debió hacer. Eres tu miedo y tus fracasos, tu prepotencia o tu inseguridad. Eres todas esas desafortunadas cosas que dijiste. Pero no, nada de eso forma parte de tu esencia. Todas esas cosas sí puedes dejarlas atrás. Todas esas cosas acaban desapareciendo. Todas esas cosas terminan por callar. 

Por eso, no. Tú ya no eres tus heridas. Ni siquiera tus cicatrices. Tú ya solo eres el campo que brota tras un incendio. El bosque que no dejará de crecer aunque pare de llover. Aunque se instale la sequía y surja el fuego. Tú eres tu esencia y trasciendes a todo lo que crees que te encadena. Solo tienes que aprender a decir adiós. Di adiós. Lo que se vaya no era tuyo. Lo que se quede eres tú.

Solo así, separando lo pasajero de lo perdurable aprenderás a amar tus incendios, a aprovechar tus cenizas y agradecer tus raíces. Solo así calmarás tu prisa cuando soplen vientos fríos, pues sabrás que el sol está siempre a la vuelta de la esquina.

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3 respuestas a “Yo ya no soy mis cicatrices

  1. ¡Hola, Tejetintas!
    Me encanta la reflexión que transmite este post y todas las enseñanzas que me han aportado aunque, de algún modo, ya estuvieran dentro de mí. Muchas gracias, de verdad. «Lo que se vaya no era tuyo. Lo que se quede eres tú.» BRUTAL esta frase, resume muy bien el contenido del post!!

    Totalmente de acuerdo con lo que escribes, somos lo que somos como consecuencia de todas las versiones de nosotros mismos que hemos ido atravesando a lo largo de nuestra vida. Y lo mejor es intentar ser siempre la mejor versión de una misma, aunque hayamos tenido en el pasado versiones que no nos gustan o que nos duele recordar. Seguro que tú también has atravesado etapas en las que no estabas a gusto con la persona que eras, pero debo decirte que tu versión actual (o, al menos, tu versión escritora) está en plena forma, mejor que nunca ;). Y eso se nota en la manera de superarte en cada post que escribes…

    Como siempre te digo, un auténtico placer haberme dejado caer por aquí.

    ¡Un fuerte abrazo, guapa! ❤

    1. ¡Hola, preciosa! Ya se te echaba de menos por aquí. Suscribo todo lo que dices y te agradezco en el alma tus palabras, tan amables como siempre. Te mando un abrazo enorme, y te deseo el mejor de los veranos. 🙂

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