Un día te despiertas y ya no juegas más a la pelota.
Un día te despiertas y ya no te da miedo besar por primera vez.
Un día te despiertas y te asaltan complejos que antes no tenías.
Un día te despiertas y dices el primer «te quiero» creyendo que será el último.
Un día te despiertas y empiezas la Universidad.
Un día te despiertas y te cortas mucho el pelo.
Un día te despiertas y ya no te acuerdas de qué color eran los muros de tu colegio.
Un día te despiertas y ya tienes el corazón recompuesto tras la primera gran debacle.
Un día te despiertas y has cambiado los bares por los restaurantes.
Un día te despiertas y eres feliz.
Un día te despiertas y se te hunde la alegría.
Un día te despiertas y ese grafiti inmutable al lado de tu portal ha sido cubierto con pintura.
Un día te despiertas y tu mejor amiga vive con un chico.
Un día te despiertas y descubres que te gusta el sushi.
Un día te despiertas y te enamoras mejor que nunca de ti.
Un día te despiertas y alguien a quien querías se marcha para siempre.
Un día te despiertas y cambias de trabajo.
Un día te despiertas y miras fotos en tu viejo álbum familiar.
Un día te despiertas y empiezas a comer avena para desayunar.
Un día te despiertas y le conoces.
Un día te despiertas y sientes la diferencia entre otros amores y este amor.
Un día te despiertas y algunos tiempos pasados están borrosos.
Un día te despiertas y ya solo hay futuro.
Un día te despiertas y empiezas a escribir un blog.
Un día te despiertas y ves que no sale el sol.
Un día te despiertas y comienzas a soñar.
Un saludo soñador