Me esperabas por el Norte, desde donde solía llegar. Yo quise sorprenderte, cambiar(nos), y vine por el Sur. Saludé a tu espalda desde lejos.
Anduvimos hacia el Norte, claro. A ti nunca te gustó correr riesgos innecesarios, ni necesarios tampoco. Y a mí… A mí nunca me importó correrlos contigo.
Llegamos no muy lejos, ni tampoco demasiado cerca. Nos paramos a descansar donde siempre. Animales de costumbres. Nos olvidamos del reloj el tiempo justo. Pero tu vida te llamo entonces, y la mía me arrastró de vuelta. Desanduvimos lo andado dando un gran rodeo, porque llegar siempre fue más fácil que volver.
Te dejé a salvo. Me quedé sola con mi guerra de silencio. Una guerra convertida paso a paso en paz. Pensé qué pensarías. Que una última vez nunca sería suficiente, no. Que la próxima vez me esperarías por el Sur, sí.
Lo que no sabías es que yo llegaría… ¿qué tal por el Oeste?