Les costaba hacerse a la idea de que, por fin, después de todo lo vivido, pudieran estar caminando juntos bajo un mismo paraguas. Nico la miró con expectación y miedo a partes iguales, albergando la esperanza de que fuera ella la que hablase primero.
– Ha pasado mucho tiempo…- susurró tras atrapar con los labios una gota de lluvia que se había quedado suspendida en su nariz.
– Siento que te hayas mojado, podría haber ido a recogerte.- le respondió acercándole su paraguas, sin poder evitar sentirse absurdo porque en ese momento sus 178 centímetros de altura y sus 70 quilos de peso estuviesen temblando de arriba abajo.
– No te preocupes, estoy acostumbrada a las tormentas…- respondió ella con un tono que, a pesar de no haber escuchado en los últimos cinco años, Nico reconoció al instante.
– Vaya, no esperaba que los reproches comenzaran tan pronto.- contraatacó con toda la dulzura que pudo.
– No es un reproche, es la realidad. La realidad. ¿Sabes? La realidad es que ya no soy esa niña asustada que temía enfermar y morir de dolor si algún día te perdía. ¿Y sabes por qué? Porque te perdí, enfermé, morí un poco y luego sobreviví. Sí, se puede morir y luego sobrevivir, – dijo sorprendentemente serena antes de parar en seco y salirse de la protección del paraguas para ponerse de cara frente a él. – Calla, no hables- se apresuró al advertir que los labios de él se despegaban. -Por alguna extraña razón, hoy estoy aquí, y sólo quiero que sepas que eso no significa que puedas volver a hacerme daño.
– Yo… Yo sólo quería un café, saber cómo te va la vida, en quién te has convertido después de tanto tiempo.
El pavor de su mirada y la tristeza de sus hombros arqueados la alertaron y, de repente, una sonora carcajada brotó incontrolablemente desde algún recóndito lugar en su interior. Quizá se estaba pasando fingiendo un rencor que, en realidad, ni siquiera ya sentía. ¿O sí?
– ¿Y ahora te ríes?
– Es que… «no puedo creer que sigas siendo tan tonto como para pensar que estás aquí para ver cómo me va», querría haberle dicho, y sin embargo lo que dijo fue: – No puedo creer que estemos aquí los dos, bajo la lluvia como si nada…
Nico calibró entonces su mirada, más clara por momentos, y decidió jugárselo todo con una broma.
– ¿Lo dices por la sequía? Yo tampoco puedo creer que por fin haya llovido después del verano tan duro que hemos tenido.
– Muy gracioso. -respondió ella continuando la marcha.
– Recuerdo que no te gustaba la lluvia. Te ponías de un humor imposible cuando no había sol. -dijo tratando de apartar de su mente la imagen de ella con el paraguas roto a sus pies, deshecha en lágrimas que se confundían con el agua resbalando por sus mejillas.
– Sí, y que me dejaras en un día de lluvia no ha hecho que la cosa mejore, por cierto. En el fondo, Clara no tenía ganas de discutir, así que trató de suavizar el tono y domar a esa bestia que hablaba por ella. – Es que no me gustan los días como hoy, tan grises… -continuó.
De pronto se hizo el silencio. Nico no respondió y Clara no sintió la necesidad de añadir nada más. Una desconocida y magnética fuerza les obligó a detenerse de nuevo. Se miraron al mismo tiempo, ni un segundo antes, ni uno después.
– ¿Te parece gris este día? – le preguntó él al final, sintiéndose otra vez cómo antes, anclado a ella casi físicamente.
Ella reconoció los pequeños puntitos oscuros en sus iris color caramelo. No quería, ni probablemente podía, luchar más. Él estaba allí, podía leer el perdón en sus ojos y en ese preciso instante entendía las razones que antes nunca entendió.
– Sí, me parece un día gris- contestó.
– Vaya…
– Pero es el gris más maravilloso de todos los grises que he visto.
Y la última palabra se la dijo a su bufanda porque, antes de terminar la frase, ya estaba amarrada a su cuello.
El gris puede ser espectacular, no tiene porque ser un color frío. Lo sé porque vivo en Asturias y te acostumbras a las tonalidades grises en todos los ámbitos posibles.
Muy evocador el relato. Me ha gustado de veras.
Un saludo.
Jose Yebra
Muchas gracias Jose! En Valencia estamos muy acostumbrados al sol, y los días grises se nos hacen raros, pero yo estoy aprendiendo a disfrutar de ellos, son muy inspiradores y, sin duda, tienen algo de mágico.
Me alegro mucho de que te haya gustado el relato y mil gracias por pasarte por aquí. ¡Un saludo!
No hay de qué. A los lectores compulsivos como yo nos gusta descubrir nuevos relatos, nuevas ideas cada día.
Como molas Tejetintas ¡Que vivan tus historias!
Yo soy de Galicia y reconozco que a veces la lluvia es como volver a casa.
Morriña, ya sabes.
Un abrazo.
http://twocentsinmypocket.com/2015/03/02/rumores-y-menti-historias/
Tú sí que molas, 2 céntimos!! 😉 yo la verdad es que el sol no lo cambio por nada, bueno, sí, por pasar un día gris en tu preciosa tierra valdría la pena! 🙂
Jajajaja!
Tu tranqui Tejetintas, que cuando tu vengas yo encargo un día de sol brillante, playas tranquilas, cielos despejados y pulpo (Por ejemplo)
Guau! me has convencido! 😀 jaja
Hermoso relato! 🙂
Muchísimas gracias!! 🙂 🙂
Yo, que soy del País Vasco, aprendí a enamorarme entre nubes y días lluviosos. Al final es incluso romántico! Un día gris se despeja en tu mente con un poquito de amor jeje.
Ahora que estoy en Madrid echo de menos a veces ese gris y verde con olor a paraíso.
Muy bonito relato!
Toda la razón! No hay nada más romántico que la lluvia! Muchas gracias por leer! 🙂
Oooops, justo el día que escribiste el post te escribí un comentario larguisimo y oh, ha debido desaparecer por el camino
…
Nada, resumo jajaja … alababa los comentarios anteriores, mi compatriota gallega, mi vecino asturiano y la tierra que me acogió durante un tiempo y la cual adoro, el País Vasco … las tres muy grises y te juro que aun sabiendolo, no me quedo con el solazo que tengo en Barcelona, morriña modo on … y es que no entiendo yo la tirria esa que la gente le tiene a los días grises y a la lluvia, como si te hiciera encoger y te aseguro que un paseo bajo la lluvia es una de las cosas más maravillosas que puede haber, ya sabes de lo que hablo, pequeños detalles 😉
Te aplaudo, me ha encantado este post muchisimo, es como si hablaras de mi, bueno de mi nosotros particular, con los 5 años incluidos … ais … ❤
Por cierto !!!!!!!!!!!! Voto por ese pulpo !!!!!!!!!!!!!!!!!! (insertar emoticono babeando) 😉
Jajaja gracias guapa, yo aunque soy 100% de sol valenciana de pura cepa, estoy de acuerdo contigo y te aseguro que se apreciar la magia de un día gris 😉 muchas gracias por pasarte y a ver si organizamos lo del pulpo 🙂